sabato 30 maggio 2020

La Patrona de todas las misiones capuchinas


La Madre del Buen Pastor


            El sábado antes del día del Buen Pastor (actualmente IV Domingo de Pascua) es la fiesta de la Madre del Buen Pastor (Divina Pastora), devoción típicamente capuchina de origen española, que desde casi un siglo es la patrona de todas las misiones capuchinas en todo el mundo.

Origen de la devoción

            En el año de 1703, el hno Isidoro de Sevilla, gran predicador popular, siente la inspiración de ser acompañado en sus misiones por un estandarte con una particular representación de la Virgen María: vestida con un sencillo traje de pastora, sentada sobre una roca, bajo un árbol, con un sombrero común y teniendo algunas ovejitas a su alrededor. Ciertamente esta imagen estaba en contraste con las tantas y exuberantes imágenes que se tenían de la Virgen, con trajes muy suntuosos, coronas esplendidas y tronos imponentes. El predicador capuchino intuía que la sencillez de la madre de Dios tan cercana a todos sus hijos, y preocupada especialmente por las ovejas alejadas, daría un éxito particular a sus palabras y ayudaría a tocar los corazones para volver a Dios. De hecho, esto sucedió y la devoción a la “Pastora de las almas”, que popularmente se tornó la “Divina Pastora” se expandió rápidamente con la creación de muchos grupos de fieles a ella ligados en toda la España, eran el Rebaño de María. Obviamente, no faltaron los que no aceptaban de verla así, tan pobre y sencilla (decían que “su indumentaria era indecorosa, indecente e impura”), pero venció el sentimiento popular que súbito se sintió identificado con la nueva versión de la Madre de misericordia.

La aprobación eclesial

            Fray Isidoro había buscado de muchos modos obtener la aprobación eclesiástica a esta devoción y obtuvo del Papa Clemente IX (1700-1721) dos bulas que concedían, de una parte, que el altar donde se veneraba la imagen de la Divina Pastora que fuera altar privilegiado, y de otra, que las hermandades del “Rebaño de María” tuvieran todas las indulgencias y privilegios que se daban a estas asociaciones, pero no daban explícitamente la aprobación a la devoción.
Con su muerte, acaecida en el 1750, por algunos años esta devoción se quedó en cierto sentido huérfana, pero encontró en el beato Diego de Cádiz (1743-1801) un encendido propagador, que afirmaba haber recibido el don de la palabra a través de la Divina Pastora. Fue él quien escribió los textos litúrgicos apropiados para la celebración de la misa y de la liturgia de las horas, que en el 1795 fueron aprobados por el Papa Pio VI, lo que sellaba canónicamente la devoción. Desde allí los capuchinos españoles podrían celebrar su recurrencia litúrgica todos los años en la víspera del domingo del Buen Pastor, que entonces era el según domingo después de la pascua.
También bajo la animación del beato Diego en 1798 un decreto del gobierno provincial ordenaba la colocación de su imagen en todas las iglesias de la orden y la proclamaba patrona de las misiones capuchinas españolas. Su devoción se extendió por toda España, por las misiones en América Latina y también en muchas partes de Italia que estaban bajo influjo español. En 1885, el papa León XIII extendió esta festividad a toda la Orden.
Surgieron, además, algunas congregaciones femeninas fuertemente ligadas a esta devoción: Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor (Beato José Tous y Soler, ofmcap); Terciarias Capuchinas de la Divina Pastora (fr. Pedro de Llisá, ofmcap); Terciarias Franciscanas de la Divina Pastora (Beata M. Ana Mogas); Congregación del Rebano de María (Francisco de Asís Medina); Congregación Escolapia de Religiosas, Hijas de la Divina Pastora (P. Faustino Miguel, Escolapio). No podemos dejar de notar que la santidad capuchina en España encuentra también una gran proximidad a esta hermosa devoción.   
           
 Patrona de todas las misiones capuchinas
           
Con el voto favorable del Capítulo general de 1932 la Madre del Buen Pastor fue declarada patrona universal de todas las misiones de la Orden Capuchina, el 22 de mayo, y esto continua hasta hoy en vigor. De hecho, las actuales Constituciones aprobadas el 04 de octubre de 2013, afirman en el numero 181,3: “Encomendamos esta gran tarea a la intercesión de la bienaventurada Virgen María, Madre del Buen Pastor, la cual engendró a Cristo, luz y salvación de todas las gentes y presidió orando, la mañana de Pentecostés, los comienzos de la evangelización, bajo la acción del Espíritu Santo.
Sin embargo, parece que no muchas de nuestras presencias misioneras, aparte de aquellas de origen españolas, pudieron conocer esta devoción y gozar de este patronato. Ciertamente valdría la pena divulgarla más en todas nuestras misiones. La Madre del Buen Pastor puede ser una luz, un apoyo y un estímulo en nuestro trabajo misionero, pues, siendo una devoción típicamente capuchina, lleva nuestras marcas y puede ayudarnos a ser más auténticos.
      
¿Madre del Buen Pastor o Divina Pastora?

            En su origen era llamada únicamente de Pastora por fray Isidoro, sin embargo, luego el pueblo añadió el título de Divina Pastora. En origen tampoco tenía al niño Jesús en la imagen, pero en las nuevas representaciones en las décadas siguientes el Niño fue agregado, poniendo en luz que ella era la Madre del Buen Pastor.
            Generalmente, a nivel de personas ilustradas y teólogos la prefieren llamar de Madre del Buen Pastor, aunque en algunos pronunciamientos de la Iglesia se le llegó a llamarle también “Divina Pastora”. Ya el pueblo de Dios nunca sintió la necesidad ni acogió las razones para cambiar su nombre. Ha continuado siempre a llamarle “Divina Pastora” y no porque creyera que ella fuera una diosa, una divinidad, todos saben perfectamente quién ella es: la Madre de Jesús, el Buen Pastor, pero entiende que su acción, su servicio, es divino. Al colaborar con el proyecto de Dios su actuar se hace divino, y por eso la llaman cariñosamente “Divina Pastora”.                    

Una Virgen capuchina

            Busquemos pensar en algunas de sus características originales e interpretarlas desde nuestro carisma capuchino, desde nuestros valores. Es importante tener presente su imagen original pues con el pasar de los siglos y el crecimiento de la devoción, a veces, se fueron agregando detalles que en cierto sentido oscurecen su simplicidad original. Veamos:
Lo primero que nos salta a los ojos es su pobreza: vestida como los pobres pastores, con un sencillo sombrero de campesinos. Quizás, hoy después del Vaticano II, nos parezca normal verla en este modo más cercana, pero fue fantástica esta intuición, en aquella época de tantas pompas, proponer una imagen de la Virgen así, casi que repitiendo las palabras de Francisco de Asís: “y mas no queríamos tener…”. Esto hizo y hace de ella una Madre cercana, desinteresada, solidaria. Ella invita a nosotros capuchinos a comprender la belleza de ser pobres, de contentarnos con el poco, de pensar a una pastoral hecha mucho más con el corazón que con medio portentosos.
            Nos llama la atención su minoridad: sentada sobre una piedra bajo un árbol. Es la reina del cielo y de la tierra, pero no tiene un trono. Está cómoda sobre una piedra y busca la sencilla protección de un árbol. Ciertamente no porque no merezca o no pueda tener otras comodidades y privilegios, sino porque hizo opción y es feliz al mantenerse cercana al rebaño.     
            El estar rodeada de ovejas nos sugiere que ella genera fraternidad. La Virgen María es agregadora. Así como en Pentecostés ella parece reunir a los apóstoles en la oración, continúa en la historia, como madre nuestra, generando fraternidad entre nosotros, colaborando en nuestra unidad.
            El hecho de estar sentada, nos hace pensar que ella es también contemplativa. Los que trabajan en el pastoreo saben que hay momentos de actividad, de conducir el rebaño, de buscar aguas y pastajes, pero también hay muchos momentos que puede sentarse y contemplar, esperando con paciencia que las ovejas se satisfagan. Sin embargo, no es una contemplación alienante, anche se piensa en el misterio de la vida, resta siempre atenta al rebaño, lista a intervenir inmediatamente se algo lo requiere.
            Podemos ver en ella una mujer en armonía con la creación. Usa lo que necesita del mundo: ella está vestida con piel de oveja, está sentada bajo un árbol, lleva el rebaño a las reservas de comida y agua, pero vive una relación respetuosa con la naturaleza. El pastor tiene siempre muy claro que depende de los recursos naturales y por eso no puede arruinarlos o sacarle más de lo que se pueda reponer.            
            Siendo una pastora nos habla de la importancia del trabajo sencillo. Nos recuerda que el trabajo es una gracia, no es un castigo. Él es parte de nuestra espiritualidad. Nuestros santos capuchinos nos muestran que no existe santidad capuchina sin trabajo. El trabajo manual, el trabajo discreto, aquel que talvez otros no quieran hacerlo, son para nosotros ocasión de encuentro, de crecimiento, de comunión y servicio.
            Y por fin, la Pastora de las almas es misionera. Ella surge para apoyar las misiones capuchinas y desde su origen cumple con su misión. Ella vigila sobre nosotros para que nunca perdamos este ideal, para que no abandonemos la pastoral, para que no seamos insensibles delante de las ovejas que se están perdiendo, sino que con creatividad siempre renovada podamos cumplir con lo que el Buen Pastor espera de nosotros.   
            Por todos estos detalles podemos verla como una auténtica representación capuchina del misterio de la Madre de Dios. Tenerla presente y venerarla en todas nuestras misiones puede ser un modo precioso de hacernos crecer en la fidelidad a nuestra vocación.


                                                                                   Hno Mariosvaldo Florentino, ofmcap
                                                                                     Secretario general de las misiones


Fuentes:

Carta del Ministro General, Hno. John Corriveau, con motivo de la celebración del 3er. centenario de la advocación “María, Madre el Buen Pastor” (Divina Pastora), 07/10/2003, Analecta OFMCap, 2003, 647-654.

CRUCES RODRGUIGUEZ, José Francisco, La Divina Pastora de las almas: historia de la advocación e iconografía y su vinculación con la ciudad de Málaga, in: Advocaciones Marianas de Gloria, San Lorenzo del Escorial, 2012, 985-1004.








¿Ya conocías la Madre del Buen Pastor (Divina Pastora)? Déjanos un comentario…

Comparte este link en tus redes… y síguenos para que te enteres de nuestros artículos…


5 commenti:

  1. Bendecido día! No conocía esta advocación,es hermosa,sencilla fraterna ... La compartiré con mis hermanos 🙏

    RispondiElimina
  2. Hermosa y sencilla la Madre de nuestro Salvador.sencilla como los hermanos Capuchinos.Bendiciones.

    RispondiElimina
  3. Hermosa la Madre Pastora,no la conocía ,pero ahora ya la siento mi Madre Pastora ,es la humildad y la mujer compañera de su Divino Hijo, es para mí un hallazgo

    RispondiElimina
  4. La conozco como La Divina Pastora.
    Es preciosa, amo su sencillez!

    RispondiElimina
  5. Que lindo es conocer más advocaciones de nuestra madre , Hoy que lo conozco pido su intercesion por todos este tiempo difícil que estamos pasando 🙏🙏🌹

    RispondiElimina